¡¡¡Hola queridos amigos!!!
Hoy hablaremos un poco sobre la
Navidad, la época del año en que conmemoramos, desde el siglo IV, el nacimiento
de Jesús. Según las investigaciones de algunos teólogos, Jesús llegó al mundo
entre el 25 de marzo y el 20 de mayo, pero la iglesia Católica eligió hacerlo
en rememorarlo en diciembre porque era cuando se celebraban diversas fiestas
paganas, entre ellas la del “Natalis Solis Invicti”, Nacimiento del invicto
dios Sol, por parte de los romanos.
La Navidad es una festividad
cristiana extendida a diversos países y enriquecida con sus tradiciones y
cultura, por eso cuando se acerca nos acordamos de lo que trae consigo: el
nacimiento, el arbolito, la misa de gallo, la cena de Nochebuena, las comidas y
fiestas con los compañeros de estudio o trabajo, el amigo invisible o secreto,
las tarjetas de felicitación, los regalos, patinatas… y los villancicos y
canciones compuestas para la Navidad, que escuchamos y cantamos hasta el 6 de enero, cuando llegan
los Reyes Magos.
Hoy quiero contarles un poquito a
cerca de esas tradiciones que seguimos, y a veces desconocemos cómo empezaron.
Comienzo por el árbol de Navidad, porque está presente en la mayoría de las
casas.
El árbol de Navidad proviene de
Alemania, donde los antiguos germanos rendían culto al dios Odín mediante
cantos y bailes que realizaban en torno a un encino adornado con antorchas, que
representaban a las estrellas, la luna y el sol. Cuentan que durante la
evangelización, San Bonifacio lo derribó y plantó un pino en su lugar, al que
adornó con manzanas y velas, en representación del pecado original y la luz del
mundo que llegaba a través de Cristo.
San Nicolás, Santa Claus o Papá
Noel, fue un obispo que nació en Turquía. Según la historia, su familia tenía
mucho dinero y él fue un hombre realmente generoso, tanto que dio a un vecino
una bolsa con monedas de oro para que pagara la dote de su hija, de ahí que nos
traiga los regalos en un saco. Al fallecer sus padres, San Nicolás donó todos
sus bienes a la caridad y se hizo
religioso, falleció a los 75 años, el 6 de diciembre del 345. Sus restos
descansan en Bari y es el patrón de Turquía.
Su generosidad hizo que se
popularizara en la entrega de golosinas y regalos a los niños de Europa, y más
tarde en América, donde el escritor estadounidense Clement Moore hizo el poema
“A visit from St. Nicholas”, en 1823. En él se basa la historia que Navidad
tras Navidad nos reviven las películas: San Nicolás vive en el Polo Norte,
cruza el cielo en su trineo tirado por renos, entrega los juguetes entrando por
las chimeneas… En 1931, también en
Estados Unidos, una conocida marca de refrescos utilizó su imagen para un
anuncio, y transformó al obispo en el gordito vestido de rojo que hoy
conocemos.
La tradición en España es que los
regalos son entregados por los Reyes Magos la noche del 5 al 6 de enero, cuando
se hacen además grandes cabalgatas y se saborea un riquísimo roscón, el Roscón
de Reyes. Tras unos años de bienestar,
Papá Noel también se ha colado en la sociedad para júbilo de los
pequeños. No toda España mantiene las mismas costumbres, de manera que el País
Vasco tiene su carbonero, Olentzero, y Aragón y Cataluña el tronco al que los
niños golpean para que salgan los regalos.
En países de América Latina como
Colombia y Venezuela, el Niño Jesús llega con regalos para los pequeños que se
portan bien. En Italia, además de Papá Noel, deja caramelos la bruja Befana,
Epifania, la noche del 5 al 6 de enero. En Bélgica, San Nicolás reparte regalos
el 6 de diciembre, y la familia intercambia presentes el día de Navidad…
La Navidad combina historia
bíblica con tradiciones que formaban parte de las fiestas paganas, y se
mantuvieron para facilitar la transición a la nueva celebración; a la que el paso del tiempo ha dado un fuerte
enfoque comercial.
La Misa de Gallo es la
conmemoración religiosa de esta festividad, se celebra a las 12 de la noche,
cuando comienza el día de Navidad, y en ella se narra el nacimiento de Jesús en
Belén. La versión más aceptada para el porqué de su nombre, es que la instauró
el papa Sixto III en el siglo V, y que proviene de la entrada al nuevo día “ad
galli cantus”, al canto del gallo.
El símbolo que mantenemos en
nuestros hogares y que más rememora la festividad es el nacimiento, belén o
pesebre, y quiero contarles que en Murcia representa una tradición muy importante,
porque es cuna de bellos belenes artesanales.
El primer belén que cuenta con
acreditación de existencia fue un nacimiento viviente que organizó San
Francisco de Asís, en 1223. Poco a poco se fue propagando la costumbre y en el
siglo XVI y XVII ya se hacía en casi todas las iglesias, dando lugar a la talla
de figuras en cera, piedra o madera, que eran destinadas a los nobles y a la
iglesia. Tras la llegada de Carlos III, 1759, se extendió con gran furor
en España el famoso Belén Napolitano, aunque ya a
principios del XVII, la escultora de la escuela andaluza, Luisa Roldán de Mena,
La Roldana, había hecho las primeras
figuras en barro policromado.
El escultor más representativo de nuestra historia es el
murciano Francisco Salzillo, 1707-1783. Entre sus magníficos trabajos
escultóricos sobresale el Belén de Salzillo, que usualmente se encuentra en el
Museo que lleva su nombre: Museo de Salzillo, en Murcia, pero esta Navidad está expuesto en el
Centro Cibeles de Madrid.
El Belén de Salzillo es de estilo
barroco y cuenta con múltiples figuras que representan los pasajes narrados en
los Evangelios. Su creador siguió la
tradición napolitana de vestir a las figuras con trajes de la época, pero creó
un estilo propio al tallar completamente las esculturas en madera y barro,
imprimir un marcado carácter religioso y combinar las clases noble y baja,
entre palacios de estilo neoclásico, y casas y paisajes de la huerta y la
ciudad; permitiéndonos imaginar lo que sucedió en Belén, mientras disfrutamos
del arte y el sentir del autor plasmados en los pequeños detalles, y del
colorido y la sociedad de Murcia en el XVIII.
La Navidad es motivo de alegría y
tristeza, de recuerdos e incluso compromisos que a veces se preferiría no
tener. Hay quienes eligen ignorarla,
quienes no creen pero disfrutan de las vacaciones, los regalos, la compañía…
Otros mantienen la fe, la tradición y las costumbres sociales, en todo caso, la
gran mayoría disfruta de las fiestas a plenitud.
Es una época que me gusta porque
parece que casi todos nos volvemos un poco más humanos, más tolerantes, más
cercanos, que queremos unión y paz, y nos dejamos invadir por la ilusión.
No sé si es real o imaginario,
pero creo que por unos días vemos las cosas desde un ángulo diferente, nos
sentimos vulnerables y nos gusta compartir, recibir y dar calor. Extrañamos a
los que no están, recordamos el tiempo que pasábamos a su lado y resulta
maravilloso porque lo revivimos, no sé a ciencia cierta si como fue o como nos
hemos convencido de que fue. En todo caso, es como necesitamos que haya sido, y
eso nos hace felices.
Los grandes problemas parecen más pequeños, quizás porque estamos
ocupados viendo lo bonitas que están las calles, pensando en qué vamos a hacer…
Todo luce bello, a pesar de lo dura que es la realidad cuando se va la magia,
cuando la imaginación descansa, cuando la realidad aflora.
Ahora los dejo con algunas fotos,
entre las que incluyo un belén hecho por artesanos murcianos, y tomas de la
ciudad en esta época, con el propósito de contagiarles un poquito del espíritu
navideño que se vive en Murcia, donde la
primavera es luz y aroma de azahar, el verano sofoco y caricia, el otoño es lucha
intensa y creativa para renacer, y el invierno es sol, nostalgia y búsqueda.
Bello escrito, enseñándonos cosas que no todos sabemos, hermosas fotos! Contagian de espíritu navideño, ojalá durara todo el año!!!
ResponderEliminarGuao, no había visto el comentario, lo siento. Graciassss!!! Sí, ojalá durara todo el año, pero lamentablemente ya sabes... :)
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