El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, en la que se van perdiendo facultades
mentales, a consecuencia de la pérdida de tejido cerebral. Las causas de la
anomalía que provoca esta enfermedad aún no están claras.
Fue identificada por el patólogo
y psiquiatra alemán, Alois Alzheirmer, tras estudiar el desarrollo de la enfermedad
en una paciente de 51 años, que ingresó en el hospital de Frankfurt en 1901 y
falleció en 1906. Tras el fallecimiento de ésta, A. Alzheimer investigó sus lesiones cerebrales, y
en 1907 publicó los hallazgos. Más tarde, esta afección, recibió el nombre de
su descubridor.
Generalmente la padecen personas
mayores de 60 años, pero hay veces que se presenta antes.
En su etapa temprana puede pasar
desapercibida, ya que su inicio es paulatino.
Los primeros síntomas son: tendencia
al olvido; dificultad para planificar, resolver problemas, realizar tareas, seguir
una conversación, colocar objetos fuera de lugar y olvidarse completamente, cambios
de humor, pérdida de la noción del tiempo, ligera disminución de la visión y
desorientación en los espacios.
En su fase intermedia se
profundizan los síntomas y se presenta el olvido de acontecimientos recientes y
nombres de las personas, aparecen las dificultades para comunicarse, se requiere
ayuda con el aseo y cuidado personal, cambia el comportamiento y se repiten las
mismas preguntas día tras día.
Cuando ya está en la etapa
avanzada, no hay ubicación en el tiempo y el espacio, hay dificultades para
reconocer a familiares y amigos, y se depende absolutamente del cuidador para poder existir. En algunos
casos, las alteraciones en el comportamiento pueden derivar en exacerbación y
agresiones.
El total de enfermos varía entre
los diversos informantes, pero es realmente significativo, tanto, que seguro
conocemos a más de un paciente en nuestro pequeño círculo de amistades.
Un
número millonario que aumentará sin control porque, de momento, es una patología sin cura, a pesar de
la incesante investigación científica.
Quienes quieran conocer un poco los detalles técnicos sigan leyendo.
Quienes estén más interesados en lo cotidiano, por favor pasen al párrafo que
comienza con *
Ayer, en la revista Science, se publicó un artículo en el
que nos explican los últimos hallazgos sobre cómo se produce la enfermedad del Alzheimer, sin embargo, solo el futuro dirá si se está ya en la dirección correcta.
Este vídeo les ayudará a entender lo concluido en la investigación, y
que resumo más adelante:
(Solo aclarar, respecto al vídeo, que Sinapsis es el proceso, no el espacio, el espacio se denomina espacio sináptico).
La investigación se ha realizado en
ratones, pero los patrones que se dan se repiten en humanos, con lo cual, se
deduce que el proceso es semejante, y concluye que:
La β-amiloide es una proteína cuya función biológica aún se desconoce, y que algunas veces se sintetiza
de forma incorrecta. Un error metabólico que se produce con más frecuencia en
enfermos de Alzheimer. Esta forma
incorrecta de la β-amiloide es
tóxica y los cerebros jóvenes son capaces de eliminarla, pero al envejecer dejan
de hacerlo y se acumula.
Primero, la β-amiloide se une a LilrB2,
una inmunoglobulina que se encuentra cerca de la zona sináptica (Ref. vídeo) y,
esta unión, produce la modificación de una enzima llamada Cofilina. La Cofilina es
la encargada de romper la Actina para
su renovación.
La Actina es una
proteína muy importante para mantener la estructura
sináptica. Sin embargo, cuando la Cofilina
es modificada, rompe la Actina más
rápidamente, y la neurona no tiene tiempo para reponer las
estructuras de Actina, lo que deriva
en la pérdida de la sinapsis, y por
tanto de la función de la neurona.
De esta forma, se inicia la
pérdida de neuronas útiles, aunque no estén muertas. La β-amiloide, sintetizada incorrectamente, suele acumularse alrededor
de las neuronas formando las Placas que se encuentran en los cerebros con Alzheimer.
Hasta ahora se creía que
estas placas eran una probable causa para la enfermedad, pero, gracias a esta
reciente investigación, ahora se conoce que la formación de Placas se da
después de que se haya producido el daño neuronal, y solo son un síntoma o
consecuencia de la existencia de la enfermedad. Por último, la neurona termina muriendo.
El artículo se encuentra en la Revista Science, en inglés, los no abonados solo podemos ver un pequeño resumen, pero el diario ABC lo ha traducido completamente al español. Estos son los enlaces por si quieren pinchar:
*Lamentablemente, de momento, no
hay posibilidad de detener o revertir los daños que ocasiona el Alzheimer, por lo que se recomiendan
terapias y estimulación para ralentizar su evolución.
Podemos intentar prevenirlo con una
dieta balanceada, relaciones sociales, actividades físicas y mentales
estimulantes, y acudir al médico cuando se noten algunos síntomas de los
indicados en su fase inicial.
Entre tanto, y sin nada
definitivo, se apuesta por concienciar a la población y a los gobiernos de la
gravedad del asunto, para que estemos alerta y se asignen más medios en pos de hallar una pronta solución. También se siguen probando medicamentos y se ha pensado incluso
en elaborar tratamientos personalizados, adaptados al estudio y diagnóstico
genético del paciente.
La problemática del Alzheimer es realmente grave, porque el enfermo
está irremediablemente condenado, no entiende lo que le sucede y está sumido en
un terrible suplicio.
Un mundo en el que se incluye su cuidador, generalmente algún
familiar. Ambos son afectados por el impacto físico, psicológico, social y
económico que trae consigo el Alzheimer,
y que cada vez repercute más en la
sociedad. Una sociedad que envejece poco a poco y en la que aumenta,
inevitablemente, esta grave situación.
El cuidador pone toda su paciencia,
amor y conocimientos, mientras la enfermedad, de larga duración, sigue su proceso
degenerativo y despiadado, en el que, generalmente, el cuidador termina
perdiendo la energía, la vitalidad, y se sume en la soledad de un mundo que solo él conoce.
La presión es diaria, es
constante, la lucha dura día y noche, ininterrumpidamente.
Los centros de día ofrecen un valioso alivio, pero, el cuidador necesita dedicar el tiempo que no pasa con el paciente a trabajar, como el resto
de la población. Este tiempo de vida digamos “normal”, es diferente al de sus compañeros porque está sometido al estrés del
trabajo y al que le espera al salir. Durante la noche, durante las “vacaciones”,
durante las bajas por enfermedad... el paciente está siempre. Para el cuidador
no hay tregua, y se compromete su estabilidad física y emocional.
El cuidador, que además ama al
paciente, es testigo del proceso y se sume en el dolor, en la tristeza.
Abandona la vida social, se siente impotente, decaído, ansioso, enojado, no con
el paciente ni con quienes le rodean, si no con la vida, con la situación, con
el sufrimiento.
Cae en depresión, se agobia, está vulnerable, y la soledad y el
vacío le hacen sentirse al borde, pero tiene que seguir adelante, porque el
enfermo le necesita.
Por todo esto y mucho más, la OMS y la Federación Internacional del Alzheimer eligieron el 21 de
septiembre como “Día internacional del
Alzheimer”, para concienciar, para dar a conocer, para publicitar, para
informar.
Quiero dar las gracias a mi hija, Sharon, por su colaboración en este artículo, sus conocimientos y análisis han sido clave en la búsqueda e interpretación de la información.
Ahora los dejo con un precioso vídeo de la película “El diario de Noah”, es una hermosa historia que nos muestra la belleza del amor y la crudeza del Alzheimer. Les recomiendo que la
vean entera, si pueden.
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