¡Hola queridos amigos y lectores!
Estoy
segura de que tienen, sienten o sueñan con un amor que brote del alma, que sea sincero,
auténtico y carente de egoísmo. Así
es el amor incondicional; lo encontramos en la gente maravillosa que
hace lo que está a su alcance, y aporta un valor incalculable a la sociedad,
incluso desde el anonimato. Es el amor que conocemos muchos, muchísimos; de
otra forma, el mundo no sería lo que es.
Entre
los seres que sienten y entregan amor incondicional están nuestras mascotitas.
Pensando en ellas, en lo mucho que dependen de nosotros y de lo bueno o malo
que les queramos hacer, intenté imaginar qué nos dirían, si pudieran hablar o transmitirnos,
de alguna forma, su sentir.
La fotito
que decora el blog, del lado derecho, es de nuestro pequeño perrito. Llegó a
casa hace ocho años y ocho meses, cuando mi hermana decidió que mi hija
necesitaba un hermanito. Así es ella, decidida. Lo cierto es que tuvo mucha
razón, porque en eso se ha convertido. En uno más de la familia… que siente,
necesita, comparte, es feliz y entrega.
Es tan
noble, que cuando estoy triste lo tomo en brazos y me reconforta con su
cercanía y su calor; puedo llorar, hablarle o permanecer en silencio, él
respeta mi elección. Es tan importante, que nos encanta cuando lo vemos saltar
y mover su colita de emoción, por razones tan simples como nuestra llegada,
recibir una galletita o salir a la calle. Es tan sentimental que agacha su
colita y mira con tristeza cuando nos vamos, y no lo llevamos; y tan especial,
que si le regañamos se acerca para que lo queramos, como siempre. Por todo esto
y mucho más, interpreto su sentir así:
Amor incondicional
No soy filósofo ni siquiera
orador,
soy tu perrito y te doy todo mi
amor.
Entusiasmado y alegre te
manifiesto,
lo importante que me siento ante
un simple gesto.
Contigo a mi lado estoy feliz y
contento,
cuando te vas me invaden la
tristeza y el aburrimiento.
Como puedo te hablo, aunque a
veces no me entiendas,
y con actitud retozona busco que
me atiendas.
Vida y felicidad hallo al
entregarme sin medida ni condición,
amarte es la razón que estimula
el latir de mi corazón.
Nada es más importante que tu
compañía…
Mis orejitas se muestran atentas
ante tu pena o tu alegría.
Eres magia que desborda mi
orgullo y mi dicha,
con tu enfado me hundo en la
desdicha.
Eres lo único que tengo en el
mundo,
si me abandonas… quedaré perdido,
moriré vagabundo.
Un universo de interesantes
aventuras creas para ti,
mi gran fortuna es que en él me
incluyes a mí.
Dueño de mi destino, amo de mi
abnegación,
pasear contigo es del existir la
divinización.
Juntos somos armonía y derroche,
felices en el día, seguros en la
noche.
Eres el mejor médico cuando me
aquejan los males,
con una mirada y una caricia…
dejan de ser mortales.
No habrá jamás quien te pueda
sustituir,
ni presencia alguna que haga más
feliz mi vivir.
MQA
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