lunes, 27 de mayo de 2013

La alegría y emoción de fin de curso.


¡¡Hola queridos amigos!!

Un año más estamos a punto de finalizar el curso académico y nos rodea la alegría de las graduaciones, de sueños que se hacen realidad; de pequeñas cosas y grandes esfuerzos que han conducido hacia un logro importante. Por eso nos topamos con montones de padres orgullosos y sonrientes; con maestros y profesores alegres, con estudiantes que celebran por doquier, e incluso con abuelos y amigos que disfrutan de esta época. 

¿Qué hay detrás de tanta felicidad? 
Años de dedicación, de estudio, de formación personal, de inculcar hábitos, ganas, ilusiones… De transmitir sentires, conocimientos, de sembrar valores. De trabajo en conjunto entre padres, docentes y estudiantes.

El mejor de los equipos, el que siembra futuro, el que forma personas. El que crea mundo… En el que todos sus miembros son indispensables.


Reconozco que me encantan las graduaciones, quizás porque para mi madre eran el mayor logro, siempre decía: “El saber no ocupa lugar y es lo único que nadie te podrá quitar”. Me encantan, además, porque los graduados están felices, radiantes… Porque han alcanzado su meta y la vida les sonríe, porque su esfuerzo es premiado, porque continúan forjando sueños… Porque doy rienda suelta a los pensamientos e imagino lo bonito que sienten. Porque vuelo con ellos.

Me gusta cada fin de curso porque vuelve la emoción de recibir las notas y gritar ¡yupiii! por los aprobados que tanto costó alcanzar, abrazarnos por los notables y saltar por los sobresalientes Me gusta porque los jóvenes se visten de gala para su graduación y sueñan, viven y sienten la magia de su realidad…

Me gusta porque hay pequeñines que dejan la guardería para ir al cole y se sienten grandes, lo que tanto quieren ser. Porque los niños se ponen felices al pasar de curso. Porque los bachilleres se creen adultos y quieren comerse al mundo. Porque quienes culminan el ciclo de adquirir una profesión podrán ganarse la vida mejor. Porque los universitarios nos hacen sentir que el recorrido es largo e interesante. Porque todos, absolutamente todos, nos llenan de orgullo y satisfacción, y porque revivimos con ellos maravillosos momentos de nuestro  ayer.

El éxito que nuestros hijos tengan en sus estudios, con muy pocas excepciones, está altamente influenciado por nuestra actitud, por lo que les inculcamos en casa, por lo que vamos sembrando en ellos cada día, y, por supuesto, por los maestros y profesores que encuentran en su camino. Por eso es primordial que trabajemos en conjunto, poniendo cada uno de nosotros nuestro mejor esfuerzo. 

La importancia de los docentes es tanta que, generalmente, son ellos, con su capacidad para transmitir y motivar, quienes siembran el gusto o disgusto que manifiestan los estudiantes hacia las asignaturas, a tal punto que, con frecuencia, influyen en la opción profesional de los alumnos y permanecen en el recuerdo, en la actitud, en el conocimiento. 

Por todo esto, hoy quiero agradecer a quienes se dedican a la enseñanza y lo hacen con ganas, pasión y dedicación. A los que entregan lo mejor de sí y disfrutan con cada logro de sus estudiantes. A los que saben apreciar el esfuerzo de los alumnos, aunque no siempre les conduzca al sobresaliente o al aprobado. A ellos, gracias, muchas gracias por su labor.

También en esta recta final se evalúa nuestro trabajo como padres, la formación de "hormiguita" que les inculcamos cada día, desde que nacen. En ellos y en sus actitudes estamos nosotros, está nuestro carácter, nuestra forma de ver la vida, nuestro ejemplo. Los influenciamos en religión, en política, en sus gustos, en sus hábitos… Los influenciamos con nuestra forma de pensar, de actuar… por eso su triunfo es nuestro, por eso su fracaso es nuestro. No es solo una cuestión de sentimientos.

Los docentes les acompañan un curso, un ciclo… los padres lo hacemos durante su larga etapa educativa, por eso la mayor responsabilidad es nuestra, y también la mayor satisfacción.

Ellos les inculcan conocimientos y ejemplo, nuestra es la responsabilidad de formar hijos con valores, que sean trabajadores, luchadores, que actúen con respeto. Que acepten sus errores y sepan valorarse en todo momento. Que no dejen de intentarlo, nunca. Hijos que conozcan sus derechos y deberes, que no vayan por el mundo avasallando, ni dejándose avasallar…

Creo firmemente que ser padres es la profesión más difícil de todas, y aportar al mundo hijos sanos, pensantes y buenas personas, es el mayor triunfo.

Para los padres que hoy recogen el resultado de su esfuerzo y se sienten llenos de satisfacción, orgullo y felicidad: mis felicitaciones por su labor, por saber ser, por saber estar, por saber transmitir, por aportar en positivo a la humanidad.

Y para vosotros jóvenes, que sois la sal de la vida, la vida per se. Los que día a día os empapáis de todo lo que os vamos entregando, que sabéis reconocer lo valioso, que edificáis el futuro con esfuerzo y dedicación, que sois y queréis ser: infinitas gracias por llenarnos de alegría, de ilusión, de sueños… Gracias por hacernos felices como padres, como educadores, por colmarnos con vuestra presencia, con vuestra esencia… Gracias por alegrarnos con vuestras “locuras”, por hacernos sonreír, por poner el color, la música, la savia, la luz y... Enhorabuena por culminar un curso más, por realizar un sueño más, por dar un paso más hacia el hermoso futuro que soñáis… ¡Que nada os detenga!

Para vosotros unos versos de mi poema “Los jóvenes”, incluido en “Susurrantes pétalos del corazón”:

Caras alegres, rostros hermosos.
Vidas inquietas, seres maravillosos.

Miradas de júbilo llenas de sueños,
Incansables batalladores en un mundo con dueños.

Nadie los detiene en su andar.
Nada puede sus metas e inquietudes anular.

A paso firme hacia lo desconocido…
Se dirigen sin temor, sin miedo a lo prohibido.


Alguien les habla de reglas y patrones,
Y hace sonar la sirena de las prohibiciones…

Pero ellos no creen en obstáculos insalvables,
Sino en sueños realizables.

Son fuente de vida y creatividad…
De ellos emergen la pasión y la hermandad.

Son energía y luz para el mundo…
Siempre la eternidad, nunca el segundo.

Son savia al amanecer y esplendor al atardecer…
Son brío, y con ellos todo vuelve a florecer.

MQA.

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