¡¡¡Hola amigos!!!
La primavera sigue sorprendiéndonos con sus colores y alegrías, y en Murcia estamos de fiesta. Esta semana celebramos las "Fiestas de Primavera", de manera que hoy escribo sobre ellas.
“El desfile más costumbrista tuvo aromas de menta y pan recién
horneado; volaron sobrasadas, morcillas y habas.
La Huerta de Murcia no está muerta, está más viva que nunca.
Le dieron vida los cientos de huertanos que participaron en el desfile del
Bando. Ellos trasladaron a los asistentes un siglo atrás, un viaje en el tiempo
que llenó de nostalgia a unos y sorprendió a otros. Un desfile largo y
costumbrista. Con una participación masiva -según el balance oficial de la
Policía Local, 550.000 personas apoyaron con su presencia este festejo
internacional- y con una digna representación de hombres y mujeres que luchan,
de esta forma, por mantener las tradiciones y dar a conocer a los jóvenes las
costumbres de sus abuelos”.
Así empieza el artículo que, “La Verdad”, el diario de Murcia,
dedica al “Bando de la Huerta”. La
festividad más importante de las que integran las Fiestas de Primavera, en la
Región. Les dejo el enlace por si quieren leer el artículo completo:
Es una conmemoración que se remonta a 1851, cuando unos
señoritos acordaron darle vida al carnaval, y organizaron los festejos del
Bando de la Huerta y el Entierro de la Sardina.
Fue organizado por gente de clase acomodada y, en un
principio, solo ellos participaban en la festividad. El entretenimiento
principal era divertirse mediante la caricaturización de los huertanos, su
forma de hablar y de proceder, cuando venían a vender sus cosechas y hacer sus
compras en la ciudad…
Lo trabajadores de la huerta hablan diferente al resto de
los murcianos, suelen hacerlo muy rápido y tienen su propio dialecto: el Panocho.
Respecto a él, he encontrado esto que quiero compartirles, pertenece a
José Frutos Baeza, Pepiquio:
“El habla huertana es dulce como el panal de la miel cuando
platica de amores a la moza con su querer... No es lenguaje de burdel, sino
mezcla del sencillo romance de pura ley y del habla vigorosa de aquel del
pueblo aragonés... matizado con mil nombres que dejó el árabe con él...”
Entre 1876 y 1879, los huertanos ganaron protagonismo y se
colaron en la festividad. En su participación ironizaban sobre las costumbres
de la ciudad.
Tras más de veinte años en los que no se celebró o se hizo
entre luces y sombras, en 1942 reapareció con fuerza y con él, las primeras
carrozas que rendían homenaje a los productos de la región: una
representaba al pimentón, que es de primera calidad; otra a las naranjas, deliciosas
y abundantes; otra a la seda, el medio de subsistencia indiscutible para la
zona en los años difíciles de la guerra y post guerra; y en la cuarta se
mostraban diferentes productos de la huerta, que incluían los derivados del cerdo.
Poco a poco se cambiaron los temas de diversión y se tradujo
en una festividad en la que se elige a la reina, desfilan bicicletas, caballos,
vacas, carretas, tractores, vehículos, cosas y gente que nos muestran un poco
de la vida de antaño.
Las reinas de las fiestas con el alcalde
La ciudad se convierte en una estampa hermosa, colorida
y animada, como la gente de Murcia.
Entre los trajes típicos hay diferencias:
El refajo de listas verticales es el de diario, el utilizado
para trabajar, por eso es sencillo y el más usado por las niñas y jovencitas,
seguramente porque su costo era inferior y les permitía cambiarlo más fácilmente,
al ir creciendo.
El de bordados florales es alegre y apropiado para el frío
porque está hecho de lana, los bordados pueden ser unicolores o de varios tonos.
Era el de las fiestas de los huertanos, y el de diario de los citadinos.
Los trajes de los chicos (arriba), que ahora usan mucho las chicas por ser más frescos y cómodos, tienen influencia árabe. El
pantalón ancho y blanco se llama zaragüel y proviene del árabe sarawil. Está
hecho en algodón y, por su comodidad para el trabajo, el huertano se resistió a
cambiarlo por los pantalones que normalmente conocemos. La faja es para sujetar el zaragüel y evitar
que la camisa se salga.
Ambos, hombres y mujeres, usaban calcetas y esparteñas.
Hay un tercer vestido para las damas, es bordado con
pedrería y lentejuelas, y está influenciado por el Barroco español. Utilizado únicamente por la clase pudiente.
El traje que usan los caballeros que acompañan a estas damas
también es diferente al de los demás, lleva pantalón de paño, del mismo color
que el chaleco, y una chaquetilla que puede ir bordada con pasamanería o
adornada con alamares de seda. A veces llevan sombrero, y no usan esparteñas si no zapatos.
El objetivo principal de la fiesta es preservar las
tradiciones. Está claro que no muestra el auténtico día a día, pero al menos mantiene
vivo un pasado que, de otra forma, pasaría al olvido.
Me gusta ver a la gente mayor orgullosa de revivir lo que
fue, aunque la gran mayoría de quienes vivieron los tiempos de entonces están
felices de que hayan pasado...
También me parece bonito que una gran cantidad de jóvenes se
una a la tradición. No son huertanos pero disfrutan evocando sus raíces, las
costumbres de sus antepasados, algo que el resto del año seguramente pasan por
alto.
Muchos se visten de huertanos para reunirse y hacer
botellón, y algunos terminan en urgencias. Aun así, la tradición está sembrada
y seguramente crecerá, porque esta región, que estaba llena de grúas de
construcción cuando llegué, ha vuelto a hacer de la huerta su fuente más
importante de trabajo e ingresos.
Virgen de la Fuensanta
La celebración comienza con una misa huertana y la ofrenda
floral a la virgen de la Fuensanta, la patrona de la ciudad. Luego se van
presentando grupos musicales que entretienen a algunos de los caminantes, otros
pasean y conversan, toman algo… y todos disfrutan del centro que ha sido cuna
de ese ayer que conmemoran.
Catedral de Murcia
Las peñas huertanas instalan sus barracas en el malecón y
tientan con los olores de las comidas típicas: migas, arroces, zarangollo, michirones, paparajotes,
morcillas, pelotas… Hay gente que las elije para comer, y otros llevan sus
alimentos y se instalan a la orilla del río, en los jardines o en cualquier rincón
libre.
Es un día de encuentro y diversión que culmina con el
desfile de carrozas, animales y vehículos, a las cinco.
Encontrarán un bonito vídeo al pinchar en el enlace.
Encontrarán un bonito vídeo al pinchar en el enlace.
El resto de la semana hay
diferentes actividades como la batalla de las flores, que ya no es una batalla
si no un desfile de carrozas acompañadas por gente disfrazada, que regala
flores a su paso.
En el enlace hallarán un hermoso vídeo de la Batalla de las Flores,
en la que participaron por primera vez gaiteros y representantes de Xinzo de Limia, Verín y
Viana do Lobo.
Nos ofrecen además paseos en piragua por el río, encuentros de sardinillas para niños que están en centros y programas de acogida; representaciones teatrales para niños y adultos, conciertos líricos, el homenaje al pastel de carne, típico de la región; el velatorio de la sardina, la lectura de su testamento y el gran desfile para el entierro, que tiene lugar el sábado y es el más esperado por los niños, ya que las carrozas pasan repartiendo monas, caramelos y juguetes.
En todo esto se implican muchas personas que, por costumbre
o placer, se encargan de mantener vivas las tradiciones, que cuidan todo el año a los caballos y
carruajes con los que van a salir, al viejo automóvil con el que pasearán por
la Gran Vía, hacen los trajes, arman los entretenimientos…
Son fiestas que se han hecho populares y atraen a gente que
viene de otras partes, lo que implica ingresos y empleos, aunque sea por poco
tiempo.
Este año incluye además una campaña para concienciarnos de
que debemos tirar la basura en su lugar, y reciclar. Para ello, unas chicas
guapas, dan pequeñas charlas de reciclaje y regalan bolsas biodegradables.
No faltan, por supuesto, los fuegos artificiales, muchos y
llenos de colorido, como los días que se viven en la ciudad, y que además
vienen acompañados de buen tiempo, sol intenso, el olor a azahar de las calles,
y el rojo aterciopelado de los tiernos geranios que año tras año adornan la
plaza del ayuntamiento y me llenan de energía con su presencia.
Algunas de las imágenes han sido tomadas por mí, y otras pertenecen al periódico "La verdad", de Murcia.
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