martes, 27 de agosto de 2013

Calblanque, Región de Murcia

¡Hola queridos amigos!

Como aún estamos en tiempo de veraneo, hoy quiero compartirles un poquito de las fantásticas vacaciones que he pasado en la Región de Murcia.

Han sido dieciséis días extraordinarios entre compañía insuperable y naturaleza hermosa, que confluyeron en vivencias y recuerdos únicos e inolvidables. Doy gracias a Dios, a la vida y a esas personas maravillosas que me acompañan al recorrer mi camino, y me permiten vivir emociones y sentimientos que me hacen feliz. ¡Gracias!

La Región de Murcia está situada en el sureste del territorio español, y es tan solo una pequeña parte de esa España plural y acogedora, a la que encanta nuestra visita.

Murcia no es considerada una pieza clave en la riqueza turística de España, por eso es desconocida por muchos, y, para ser sincera, no tiene el esplendor de Madrid o Barcelona, ni la riqueza del paisaje norteño o de otras partes. A pesar de ello, ha sido dotada con encanto propio y sencillo, y está poblada por habitantes cordiales que nos regalan amabilidad, calidez y sonrisas.

Su mayor contribución a la economía de España ha provenido, desde siempre, de la huerta, por eso encontramos grandes sembradíos cuya producción no solo se queda en el territorio nacional, sino que también exporta los colores de nuestra bandera y hace que la marca España esté en los mercados europeos a través de: melocotones, peras, limones, uvas, tomates, almendras, melones, sandías, aceitunas, pimiento, brócoli, uvas, naranjas, cebada…  Un excelente aporte a la Dieta Mediterránea, que es Patrimonio de la Humanidad, y sus beneficios son tales que incluso traen a niños afectados de Chernobyl para contribuir, mediante su alimentación, a mejorar las condiciones de los pequeños pacientes.
   
El día a día murciano transcurre entre vestigios del hoy y el ayer que confluyen en el lenguaje y las costumbres de los habitantes, y se manifiestan, físicamente, a través de edificaciones que integran el paisaje y valiosos objetos que se conservan en museos, y datan, algunos, de épocas muy remotas.

En sus bellas costas, donde hoy reinan la paz y la calma que nos hacen olvidar, por momentos, el accidentado vivir, comerciaban los mercaderes fenicios, griegos, visigodos, romanos y musulmanes. Testigos indiscutibles de estos aconteceres son el puerto de Cartagena y las costas de Mazarrón. Fue además territorio fronterizo entre el reino nazarí de Granada y la Corona de Aragón… ¿pueden imaginarse el resultado de estar entre dos aguas tan diversas?…

Hay mucho que puedo contarles sobre esta pequeña región, pero hoy he elegido hablarles de un lugar paradisíaco que encontramos entre sus costas: Clablanque. Un precioso Parque Natural que está situado entre el Cabo de Palos y La Unión, muy cerca de la belleza de La Manga del Mar Menor y del desastre de Portman.

Calblanque es un enclave natural que combina la belleza de la costa mediterránea con la presencia de salinas, dunas y acantilados, en las faldas del Monte de las Cenizas y la Peña del Águila, al que su especial mezcla de características climáticas, históricas, geográficas y biológicas, por estar muy cerca de África, pero en Europa, han convertido en reserva botánica de primer orden. 

En él disfrutamos de encantadoras calas de arenas doradas y paz infinita, en una costa cálida, porque así es la costa murciana, hace honor a su nombre: Costa Cálida.

Con el desarrollo turístico de la Región, nuestros dirigentes han permitido la construcción de un emisario submarino hacia la cala Reona, cuyo bote, dicen los entendidos, afecta la calidad de las aguas del parque. No conocí Calblanque antes de esta acometida, pero aun así, debo decir que nos pareció un lugar precioso, relajante, delicioso, ideal para ir cuando hay poca gente, entre semana y antes o después del alboroto de agosto.

La carretera es de tierra y hay demasiado polvo, ya que escasamente llueve en la zona, y algunos culpan del vertido a la presencia de algunos elementos indeseables en la costa, por otra parte, no todas las visitas son lo cuidadosas que deberían con su basura, y, aun así, Calblanque es un paraíso.

Sus aguas son frescas, cristalinas como el amanecer que se levanta despejado y transparente, suaves y acariciantes en su juego sutil a confundirse con la arena menuda y dorada, que las espera juguetona y dichosa por su llegada… 
Como el atardecer que ansiamos para impregnarnos de poesía a través de los colores y la brisa emocionada de la tarde, mientras matizamos la espera con el movimiento de líricos y brillantes grises, que juegan a confundirse con los presentes, con nuestros pensamientos…

El sonido de las olas y el silencio propician nuestro encuentro con la naturaleza, con la autenticidad, con la vida, con nosotros, y disfrutamos entonces de la verdad y de la libertad. 
No ansiamos, no deseamos. Tenemos. 
El horizonte es nuestro, el sueño es el presente,  la magia es la realidad…
Es el momento, el ahora, es el amor de la compañía, es el más allá del diario acontecer.
Es la protección de la montaña, la inmensidad del mar, la caricia de la arena, de la brisa. Es la vida.

Hay montones de paraísos en el mundo y Calblanque es uno de ellos, si pueden, los invito a conocer sus diferentes y hermosas calas. Sé que para la mayoría será difícil, al menos de momento, de manera que he preparado un bonito vídeo con fotografías tomadas durante nuestro hermoso paseo, no puede compararse a la experiencia de bañarse en su realidad, pero algo es algo ;).

Incluyo además uno de mis poemas porque, Calblanque, es un lugar fantástico para ir en compañía de familia y amigos, y también para vivir un memorable día de amor... a escondidas…  donde seguro olvidaremos lo difícil que suele ser el tener que amar “A escondidas”.

¡¡¡Deseo de corazón que lo disfruten!!!



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